20 nov 2010

Combinaciones otoñales: 'Poesía y lengua de signos'


Habíamos otoñecido ya de muchas maneras para aquel entonces. Se podría decir, incluso, que la percha no pesa tanto, que el ploter es fácil de colocar si tenemos cuerda a mano y que el equipo de sonido ha perdido toda su complejidad. Hemos otoñecido en plural y en singular, en conjunto.
Esta sesión la comenzábamos con un aplauso de antemano.


En la historia de Otoñeces hubo siempre muchas manos de por medio, de las sanguíneas, también de las inertes o artificiales. Siempre nos hemos visto rodeados de manos (manos que escalan por paredes, que conectan micros, recortan pescados, que arañan pupilas, hacen mosaicos de bizcocho, empuñan pinceles...). Nunca nuestras manos habían conformado una familia tan especial como la de esta sesión, porque el viernes 19 de Noviembre alrededor de las 12 horas en el Patio de Arte de la Facultad de Filosofía y Letras comenzamos a escuchar con los dedos, a hacer, más que nunca, poesía de manos y cuerpos. Y no se trataba sólo de que esa fuese la idea principal de la sesión, la combinación de la poesía con su interpretación en lengua de signos, que Otoñeces siempre apuesta por agudizar los sentidos... Es que nos dimos cuenta entonces, probablemente más que nunca, que siempre otoñecemos en colectivo, no ya porque seamos un colectivo, sino porque se han creado lazos que nos movilizan y nos llevan de un espacio a otro.

Andrés Rodríguez (todos recordamos ya a su Nefertiti, a pesar de su marido...) y Sara Toro, recién aterrizada de Granada (casi podríamos decir también que de Buenos Aires), eran los artífices poéticos de la sesión. Imprescindibles: Raquel, que tiene una voz de cantante de soul nocturna aunque ese viernes por la mañana lo que nos demostró es que, para comunicar emociones, para hacerlas saltar de ojo en ojo, sólo necesita de su cuerpo y sus manos, también de su rostro. Nos dejó con los pelos de punta, en consonancia con la voz de Andrés Rodríguez. Luego están los también imprescindibles Andrés, Ana, Jennyfer, Laura y Gloria, unos intérpretes aún más jóvenes, estudiantes del ciclo de Lengua de signos impartido en el I.E.S. Averroes, que se prestaron voluntariamente a darle vida a los poemas de Sara Toro y a las palabras que se lanzaron al aire de parte de Otoñeces. Hubo nervios, preocupación, algunas inseguridades los días previos, pero la noche del jueves celebramos -antes de la sesión- que el trabajo persistente con entusiasmo es lo que cuenta. Y el resultado nos conmovió, porque no se trataba sólo de palabras (o versos). Y hubo lágrimas de emoción. Y constatamos que los equipos de conforman día a día a base de hojas secas, de una semana para otra, incluso. Fuimos:

De izquierda a derecha: Jenny, Raquel, Ana, Laura, Ana Castro, Gloria, Andrés Rodríguez, Sara Toro y Andrés (y Juanma Prieto latente, aunque no físicamente en sí)

En los ojos se nos quedaron algunas de las escenas:

Preparativos

Andrés Rodríguez y las plantas

Presentación de la sesión. Ana Castro y Andrés

Raquel y Andrés Rodríguez

Jenny y Sara Toro

Y hubo más. Pero esas quedan para comentarlas entre café y café y cerveza y cerveza. Gracias a todos los que nos acompañasteis este viernes. Gracias a Balbi y a Lourdes, profesoras del ciclo de Lengua de signos del I.E.S. Averroes, que apostaron por nuestra iniciativa. Por supuesto, a la familia cercana que estuvo allí moviendo cables, cogiendo bancos, haciendo fotos... Entre ellos, María González, José G. Obrero, Salud Ortega, Marta Merino y María Sánchez.


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Fotografías de José G. Obrero. Para ver todo el álbum:
aquí.

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Vídeo de Salud Ortega Losada